ayer fuí al horti-fruti y ví un cajón de papayas al lado de uno de mamãos. no puedo entender la diferencia, son exactamente iguales. no termino de entender si son o no la misma fruta, pero entonces ¿por qué estaban una al lado de la otra con distintos carteles y distintos precios?. misterios. las 2 son como pequeñas calabazas anco-batato pero blanditos, de piel suave y de una tonalidad más amarilla que anaranjada.
desde que llegué a brasil, hace 3 meses, redescubrí la papaya y me volví fanático. la había probado cuando vine por primera vez, hace 10 años, y me había parecido una fruta sosa, aburrida, y con cierto sabor a culo de fruta. si las frutas tuviesen culo. ahora pienso que no había dado con la papaya correcta, porque una buena papaya es dulce, es una bomba, es buena para el intestino. no es un culo de fruta, es la testa.
ayer compré un mamão y una papaya para comparar las diferencias. hoy arranqué por el mamão. creo que tiene menos semillas y el sabor no es tan exquisito como el de la papaya. pero de nuevo: puede que no haya dado con el mamão correcto.
también compré una palta gigante. pero gigante. yo le calculo un diámetro de 12 centímetros. pero además, rica y con la madurez justa. una palta rica y gigante, de la cuál vas cortando trozos y aún queda mucha más palta por comer. anoche cené brusquetas de palta con tomate y hoy desayuné brusquetas de palta con tomate con mucha palta y aún queda. la guardé en la heladera, en el mismo plato que el mamão.
también me serví un poco del café que hace Sonia, la dueña de casa. ella hace un termo de café todas las mañanas y yo me sirvo dos xícaras, dos tazas.
llegué a lo de Sonia hace ya 2 meses. van a ser 2 meses ahora el 13 de Julio. Sonia es una señora de Sao Pablo que vive en cabo frío hace como más de 40 años. tiene esta casa increíble que ya desde la calle impone su presencia -aunque ella si la ves es una señora menudita, no muy alta.
cuando venís por la calle de este barrio medio cheto de cabo frío, de pronto irrumpe una vereda llena de plantas y árboles sin la menor seña de haber sido podados en los últimos años. es una entrada de 10 metros de ancho. como una pequeña jungla con una puerta de madera chiquita y vieja de rosa despintado que se pierde entre el mato, con un letrero de madera con el nombre de la calle y la altura pintados a mano y en vez de timbre, una campana. cuando entras se abren dos caminos hechos de piedra, uno para la izquierda y otro para la derecha, y en el medio una pequeña laguna con peces medianos cada uno con 3 colores: naranja, blanco y negro (parecen peces koi, pero creo que no lo son). si tomas el camino de la izquierda, primero te encontras con la casa de su hijo, cuyo nombre no referiré, pero es un señor de 50 años que creo que aún no se enteró que cumplió ese número y se maneja un poco como se manejaba mi hermano mayor por la casa cuando eramos adolescentes. tiene a su vez dos mellis de 3 años que son divinos pero gritan de una manera increíble. ayer escuché que una gritaba con un grito agudísimo y el hermano le respondía con otro grito agudo mientras se acercaba. entonces deduje que debe ser algún tipo de dialecto. vienen unos días y después vuelven con la madre, y así. atravesando esta sección entre el mato se vislumbra la casa principal, construida enteramente de piedra. las aberturas (marcos de las ventanas, puertas) están hechas de madera y los techos son tejados de 4 aguas, al estilo oriental. los extremos de cada punta no caen en línea recta sino que tienen una pequeña curva. esta casa principal está subdividida en 2. del lado izquierdo, más próximo a la medianera izquierda del terreno, vive antonio, un músico carioca de 60 y pico de años que vivió muchos años en europa y tuvo que volver porque la madre está mayor y hay que cuidarla. a veces viene con la madre, una señora de 93 años, de río de janeiro y se instalan en la casa. antonio es un personaje divino que hace una especie de música balcánica, o al menos a mi me remite a un sonido de europa del este. toca la guitarra de forma profesional y se dedica a eso desde hace muchos años, entonces todos los fines de semana tiene alguna fecha. a veces vienen otros músicos (llegué a escuchar guitarras, flauta, bajo) y ensayan en un volumen perfecto. a la altura de un músico de 60 años que entendió cuál es la medida justa del volumen. ojalá yo lo pueda aprender algún día.
continuando el recorrido, a la derecha de antonio y la madre vivimos en la casa principal Sonia y yo, y de momento la nieta de Sonia de 13 años que vive en Portugal y viene a visitarla una vez por año. en esta casa no solo las paredes exteriores son de piedra, también los pisos. aunque el piso de mi cuarto es como un taburete de madera. para entrar hay que subir un escalón, y la madera no es nada del otro mundo pero es suave al tacto. en el living hay una biblioteca con libros que en general no me interesan mucho pero hay alguno que otro que safa. ahora le pedí demian, de herman hesse, para releerlo pero esta vez en portugués. también hay una mesa principal, dos mesas ratonas. todo, absolutamente todo hecho por ella y el hijo con maderas recicladas. es muy hermoso. en el medio del living irrumpe una escalera de madera que lleva al entrepiso. y las ventanas permiten que entre mucha luz, aunque por la cantidad de madera oscura nunca termina de estar muy iluminado. además entra luz por la puerta de entrada a la casa que es ancha y tiene tallado del lado externo a San Francisco de Asís rodeado de animales y del lado interno dos mujeres desnudas abrazadas. al lado de la pared que da al exterior del lado derecho hay un gallinero que también sirve de depósito de un montón de maderas rescatadas. el gallinero queda entre la casa y la medianera. mientras escribo estas notas miro hacia mi izquierda y veo la cabeza de las gallinas y los gallos. más de una vez me la encontré a Sonia a las 17 hs, cuando está por anochecer (en esta zona anochece a las 17:30, al menos durante junio/julio), a punto de subir a un árbol a bajar al gallo porque sino se queda ahí y empieza a gritar a cualquier hora al lado de su ventana y la despierta. lo cierto es que la idea era que yo viva en la habitación de arriba, pero tuve este accidente y me operaron y tuve que venir a la habitación de abajo. pero eso lo contaré otro día.
mi habitación es pequeña pero perfecta para el uso que le daré estos meses. tiene una cama de dos plazas super cómoda, una cama de una plaza que la uso sobre todo como armario, una mesita que intento mantener en órden y una ventana. por la ventana se ve el jardín: una mata de árboles, plantas, muebles, troncos y objetos sin ningún tipo de sentido como un vinilo de gal costa atado de un cordel sobre uno de los sillones, o un rostro tallado en madera colgado de una rama. desde esta ventana también se ve la cocina, que está afuera de la casa y es de uso comunitario (es de Sonia y mía, porque después cada cuál tiene su cocina. pero también es un poco el centro de reunión de todo). la cocina es un espacio construído aparte y bastante grande, entonces de un lado es cocina y del otro lado es un pequeño monoambiente que también se alquila. hasta hace unos días lo alquilaba Moisés, un pibe de cabo frío que tatúa, hace música y se dedicaba a ranchar con sus amigos y pintar en el atelier que le correspondía a su monoambiente. pero ahora se fue y está por entrar un amigo suyo. me gustaría alquilar ese monoambiente con atelier, pero es 300 reales más caro, y no llego. cuando comencé a hablar de la casa, dije que al entrar había dos caminos: uno a la izquierda y otro a la derecha. el de la derecha va directo hacia la entrada de este monoambiente y la cocina. es más corto aunque más irregular, con piedras que no tienen nada que ver una con la otra, y a veces restos de tejas, en fin, rústico-rústico. los dos tienen su encanto.
hoy, entonces, desayuné entre otras cosas el café de Sonia de todas las mañanas, probablemente de los cafés más ricos que probé en mi vida. además las brusquetas y un buen pedazo de mamão. pero también me traje a la computadora -al segundo momento del desayuno- mi mate y una banana de agua. las bananas de agua no se consiguen en argentina. yo no las había probado. el gusto es igual al de cualquier banana, pero en el centro tienen como un tono naranja muy clarito, y si me apuras un poco puedo decir que tienen algo no sé, como si fueran más “apelmazadas” y cierto dejo apenas cítrico en el centro. también de tamaño son más chicas y la piel es más suave. pero no son tan distintas. son muy ricas.
cuando llegué a lo de Sonia me dijo que acá desayunaban pan con manteca, café con leche, frutas. yo le dije que no iba a desayunar mucho. que en buenos aires salía de casa directo a la oficina y desayunaba ahí, con un mate y una manzana. 2 meses después me desayuno medio horti-fruti. por cierto, horti-fruti es una cadena de verdulerías barata, se extendió el uso de la palabra y pasó a ser una forma de llamar a las verdulerías populares en general. lo bueno es que es una de esas palabras que si la repetis varias veces pierde toda gracia.
Amigo, que lindo! Hermosa forma de estar un poco ahi con vos! Preciosas imagenes nos describis, muchos sabores, mucha dimension espacial para recorrerrr!! <3
Hermoso y super visual todo lo que contas. Te quiero, amigo. Gracias por escribir.